Antes de la difusión de la imprenta, las abadesas vivían muchas horas del día en el scriptorium. La tarea durante siglos fue la recopilación y reproducción de manuscritos. Para reducir a la mitad los tiempos de producción, se podría transcribir un texto dividiéndolo entre dos escribas, copiando cada uno la mitad que se les ha confiado y luego reuniendo las dos copias. A quienes realizaban este trabajo se les permitía saltarse algunas horas canónicas de oración. Una vez finalizado el proceso de escritura, se procedía a la encuadernación y se creaba una cubierta con las páginas con una tablilla de madera, en ocasiones también recubierta de lámina de oro o plata repujada, de pergamino con las esquinas plateadas, o simplemente de material de papel. Arte antiguo que representaba para las mujeres de clausura uno de los muchos trabajos previstos dentro de los muros eclesiásticos.
Filippo Cazzolla
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Dónde está y cómo llegar (Referencia n.17)